Debido a ritmo y sistema de vida que llevamos, cada vez es más necesario saber parar, reencontrarse con el atman de cada uno, vivir el presente; el aquí y el ahora.
Parece que hoy más que nunca, el profesor de yoga tiene una gran responsabilidad con la naturaleza divina y el ser humano.
Y es con ese fin y con toda la honestidad posible, se debe transmitir el Yoga.
El profesor sabe que la finalidad de dar clase no es su propia práctica, si no dirigir y apoyar a sus alumnos y experimentar el Yoga según la vivencia de cada uno, aprendiendo y creciendo con cada uno de ellos, dejando su ego y compartiendo su conocimiento a todo aquél que quiera escuchar. Enseñar también es ponerse a aprender de los alumnos. Abandonar la creencia de que uno está por encima de ellos, y abrazar la idea de que están avanzando y evolucionando juntos.
Deja que el Yoga conecte con tu esencia, cambie patrones de comportamiento y pensamiento poco a poco a través del tiempo, para que arraiguen correctamente.
Es por eso que parte de la formación de un profesor de Yoga no sea sólo la materia, si no también la filosofía y modo en que transmita sus enseñanzas, desde el tono de voz hasta su capacidad para adaptarse al alumno y la situación de cada uno. Y es precisamente, donde más énfasis se ha de poner; enseñar es también una especie de Meditación -o estado meditativo-.
El maestro debería de ser un canal para que, a través de él la enseñanza llegue a los demás sin mancha de egoísmo, y formarse a uno mismo, poco a poco, para ser transparente y transmitir de la forma más objetiva posible.
Porque aunque la enseñanza que se quiere transmitir algunas veces ya está definida y concreta, hay que dejar que la persona que la reciba pueda tener la ocasión de colorearla sin cambiar su Esencia.
El mejor medio de aprender es el descubrimiento por uno mismo, empezando por el profesor. Es por eso que hay que saber guiar al alumno para que sepa explorar sus propios límites, capacidades y facultades…. dar a la persona una paleta de colores donde encontrar las distintas posibilidades de adaptación a uno mismo.
Pero para compartir esa experiencia, esa vivencia, esa práctica, primero hay que tener una y vivirla, observarla, trabajarla, dejar que repose con calma para que se asiente. Dejar que el Yoga conecte con tu esencia, cambie patrones de comportamiento y pensamiento poco a poco a través del tiempo, para que arraiguen correctamente.
Las búsqueda del material que le aporte al profesor lo indispensable para la teoría y la práctica y tener una base pedagógica firme y seria, es la responsabilidad para el futuro profesor. Su formación, su práctica personal y su contínua búsqueda hacia el crecimiento interior, su compromiso.