Madrid- Septiembre-2023
“ De lo irreal condúceme a lo Real
De la oscuridad condúceme a la Luz
De la muerte condúceme a la Inmortalidad
Om Paz, Paz, Paz.”
“Asato Ma Sad Gamaya
Tamaso Ma Jyotir Gamaya
Mrtyor Ma Amrtam Gamaya
Om Shanti, Shanti, Shanti”
¡Un cordial saludo amig@, con mis mejores deseos de que te encuentres en Paz!
Así, si tienes (si tengo) interés, echamos a andar.
El interés, el verdadero interés, la “demanda interior” (dice Blay) es la flecha, la punta de lanza del desarrollo en el Yoga (y en cualquier sendero espiritual).
Pero no es algo que dependa de la voluntad, del esfuerzo. Se tiene o no se tiene, ha surgido o no ha surgido… Surge o surgirá cuando se den las condiciones kármicas, cuando sucede algo así como un “clic” en que uno se cansa de dar vueltas en esta rueda o samsara de placer-dolor, éxito-fracaso, me gusta-no me gusta, vida-muerte, etc. Surge o surgirá cuando uno se cansa de la continua insatisfacción, se cansa de apariencias y sueños (maya), se cansa de no-Ser… Se cansa de correr y correr, o, a veces, de correr y buscar… Y no encontrar. Y no llegar.
El interés, el verdadero interés puede asomar la cabeza con algún shock de la vida: alguna enfermedad, accidente, muerte, crisis económica, etc. Aunque suele “esconder la cabeza” rápidamente, cuando viene la calma o anestesia después del mismo. A no ser que el “terreno” esté abonado, preparado para aprovechar ese impacto.
Pero claro, si el terreno está abonado, casi cualquier circunstancia puede ser el detonador. Por ejemplo, cuando todo te va muy bien, superbien…, y, sin embargo, sientes un vacío, una insatisfacción de fondo, un sinsentido interior…
Y entonces empieza la búsqueda. O también el detonador puede ser un “maestro”, o un libro. ¿Quién sabe?
¿Y si no se tiene esa demanda interior, ese punzante interés por crecer, por descubrir “Quién Soy Yo”, por sentirse Completo? ¿Se puede hacer algo? Sí y no.
No se puede hacer nada, porque cualquier cosa que se haga viene del ego, de la “persona”, de la ilusión…, y la “demanda interior” viene de lo que está más allá del individuo, viene de lo trans-personal. Queda rendirse, aceptar (“Ishwara Pranidana”, 5o Niyama de Patanjali), pero como esto no es una técnica, el ego no lo puede practicar (“ego” y “Aceptación” son contradictorios). Sucederá cuando se den las condiciones, cuando el fruto esté maduro.
Y, al mismo tiempo, sí se puede hacer algo, y es “practicar”, purificar los instrumentos (cuerpo, respiración, mente), preparar el terreno para que cuando surja la demanda, la Voz Interior, la Voz del Silencioso Amo…, los “sirvientes” estén listos.
En cualquier caso, aunque creamos que no se puede hacer nada, haremos algo (asanas, pranayama, concentración, meditación, autoindagación, etc.), porque el impulso kármico de “hacer” estará en nosotros hasta la Liberación.
Podemos decir en que hay una etapa en que estamos anestesiados, dopados, estamos en una “honda avidya” (ignorancia, oscuridad).
Luego, hasta que no sucede la llamada y practicamos Yoga (u otro sendero espiritual), en realidad, nos estamos preparando para él. Estamos “reconociendo la oscuridad”, reconociendo la “honda avidya”: no sabemos quiénes somos.
Más tarde, en algún momento, en alguna vida sucede la llamada… y es entonces, y sólo entonces, cuando comienza el Yoga.
Porque la llamada es la luz, la voz interior que nos guía, que nos motiva y nos impulsa… Aunque sea sólo una diminuta luz, esa luz es un anzuelo de la Verdad.
José Blázquéz García, director del centro de Yoga Sati.
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