Los títulos que tengas,
las experiencias que hayas tenido, lo que hayas aprendido o estudiado, los viajes que has realizado, la cantidad de gente que conoces, el puesto social o cultural que posees, la salud, dinero o posesiones que tengas, la flexibilidad corporal que hayas alcanzado, lo listo o sabio que aparentes ser, no importa la fama que has acumulado, ni los libros que has escrito, los idiomas que hayas aprendido y tampoco importa lo buen sanador que seas. No importa hermano, no importa.
Lo que verdaderamente es esencial
en cada instante de tu vida es la actitud con la que realizas cada acción de tu vida (Karma-Yoga), pues a través de ella se va a medir tu evolución e irás obteniendo los efectos correspondientes que se miden en niveles de felicidad que generas a tu alrededor.
Lo que verdaderamente importa
en tu actitud es el grado de amor y comprensión que seas capaz de integrar ante el agravio, la injuria, la violación de tus derechos y la enfermedad.
No importa las horas de “sadhana” que efectúes cada día,
sino la calidad de tu objetivo, tu intención al realizarla, tu alegría, tu aspiración, tu entrega y tu fe.
Si te cuesta y te da pereza ponerte a practicar, no existe la suficiente aspiración, alegría y entrega. Los resultados siempre se obtienen en función DE TU ACTITUD Y DE TU FE, y no en función del tiempo, del esfuerzo y tampoco de la metodología.
Artículo de la revista Samsara, escrito por Somma.